Los Esclavos que esperan la venida del Amo.

Publicado en por Hermano Jorge Jimenez A

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Queridisimos hermanos en el Señor; reflexionemos sobre la parábola de los trabajadores que esperan la venida del amo. Y jesús dijo: "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas; Y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran. Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros pues también, estad apercibidos; porque a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá"  

 (Luc. 12:35-40).

 

"Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”. Ceñirse significaba amarrar una tela o una cuerda alrededor del traje talar, para que no estorbara los movimientos del cuerpo. Estar ceñido significaba estar preparado, pronto para la acción inmediata. La víspera de la huida hacia Egipto, en la hora de celebrar la pascua, los israelitas debían ceñirse, esto es, estar preparados para poder partir inmediatamente (Ex 12,11). Cuando alguien iba a trabajar, a luchar o a ejecutar una tarea se ceñía (Ct 3,8). En la carta a los Efesios, Pablo describe la armadura de Dios y dice que los riñones deben estar ceñidos con el cíngulo de la verdad (Ef 6,14). Las lámparas debían de estar encendidas, pues la vigilancia es tarea tanto para el día como para la noche. Sin luz no se anda en la oscuridad de la noche. por ejemplo:

 

a. Los “lomos ceñidos”. Normalmente dentro de la casa la gente andaba con la túnica suelta, sin correa; es el equivalente de estar en pijama o de ponerse ropa cómoda (no siempre para la vida social) cuando se llega a la casa después de una larga jornada.  recordemos también que Jesús se “ciñe” para servir en la última cena). Con esta imágen, Jesús enseña que el discípulo que sabe vivir la “espera” es aquel que sabe “vigilar”. La vigilancia es lo contrario del irse a dormir o entrar en situación de reposo. Pero el Evangelio no da sosiego, no permite descuido, no da espacio para la pereza, no tiene reposo, no tiene jubilación. “Vigilar” es estar siempre listo para la acción, es estar siempre en forma para poder vivir los requerimientos propios del Evangelio (“lomos ceñidos”)

Para explicar lo que significa estar ceñido, Jesús cuenta una pequeña parábola. “Y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.” La tarea de aguardar la llegada del dueño exige una vigilancia constante y permanente, sobre todo cuando es de noche, pues el dueño no tiene una hora determinada para volver. Puede hacerlo en cualquier momento. El empleado ¡ha de estar atento, vigilante siempre!

 

 Jesús da una promesa de felicidad. “Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.” Aquí, en esta promesa de felicidad, los papeles se invierten. El dueño se vuelve empleado y empieza a servir al empleado que se vuelve dueño. Evoca a Jesús en la última cena que, aun siendo señor y maestro, se hizo siervo y empleado de todos (Jn 13,4-17). La felicidad prometida tiene que ver con el futuro, con la felicidad en el fin de los tiempos, y es lo opuesto de aquello que Jesús prometió en otra parábola que decía:  “¿Quién de vosotros que tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: `Pasa al momento y ponte a la mesa?' ¿No le dirá más bien: `Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme y luego que yo haya comido y bebido comerás y beberás tú?' ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.”                                                                                                                    (Lc 17,7-10).

 

Jesús repite la promesa de felicidad. “Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos ellos!” Repite la promesa de felicidad que exige vigilancia total. El dueño puede volver en medio de la noche, a las tres de madrugada, o en cualquier otro momento. El empleado tiene que estar preparado, ceñido para poder entrar en acción.  Somos empleados de Dios. Debemos estar ceñidos, preparados, atentos y vigilantes, veinte y cuatro horas al día. ¿Lo consigues? ¿Cómo? La promesa de felicidad futura es al revés del presente. ¿Qué nos revela esto de cara a la bondad de Dios para con nosotros, para conmigo?

 

Tiempo para saber esperar. No para cruzarnos de brazos.

  1. Estamos frente a una necesaria carrera y con obstáculos.
  2. Saber esperar nos hace aprender a no desesperar.
  3. El premio a la buena vigilancia es que no hace señores. Nos sienta a su mesa.
  4. El momento llegará, pero no sabemos la hora, por eso vigilemos.

 

Hermano querido te invito a que ames hoy, mañana puede ser muy tarde ¿Ayer? ¡Eso hace tiempo!... ¿Mañana?...No nos es permitido saber... Mañana puede ser muy tarde... Para decir que amas, para decir que perdonas, para decir que disculpas, para decir que quieres intentar nuevamente... Mañana puede ser muy tarde... Para pedir perdón, para decir: ¡Discúlpame, el error fue mío...!Tu amor, mañana, puede ser inútil; Tu perdón, mañana, puede no ser preciso; Tu regreso, mañana, puede que no sea esperado; Tu carta, mañana, puede no ser leída; Tu cariño, mañana, puede no ser más necesario; Tu abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos... Porque mañana puede ser muy, muy tarde! No dejes para mañana para decir: ¡Te amo! ¡Te extraño!, ¡Perdóname!, ¡Discúlpame! ¡Esta flor es para ti!, ¡Te encuentras muy bien! No dejes para mañana Tu sonrisa, Tu abrazo, Tu cariño, Tu trabajo, Tu sueño, Tu ayuda... No dejes para mañana para preguntar: ¿Puedo ayudarte? ¿Por qué estás triste? ¿Qué te pasa? ¡Oye!...ven aquí, vamos a conversar. ¿Dónde está tu sonrisa? ¿Aún me das la oportunidad? ¿Por qué no empezamos nuevamente? Estoy contigo. ¿Sabes que puedes contar conmigo? ¿Dónde están tus sueños?   Recuerda: ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde! ¡Busca!, ¡Pide!, ¡Insiste!, ¡Intenta una vez más! ¡Solamente el "hoy" es definitivo! ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde! Busca a Cristo hoy. ¡Mañana pueda ser muy tarde!

 

Vigilancia sí. pereza no.

 

  1. La vigilancia es propia del amor que vela. Enfermedad.
  2. La vigilancia mantiene el corazón abierto y alerta. Llegan de viaje.
  3. La noche requiere de vigilancia. Noche pascual, nacimiento de Dios, resurrección…
  4. Saber esperar sin neurosis. Cuidado desesperanza.
  5. Esperar para no desesperar y poder andar.
  6. Esperamos porque en la fe ya lo tenemos. Seguridad en Dios.

 

La segunda parte de la parábola (12,37-38), el premio a aquellos que “encuentre despiertos” (12,37) y “haciendo lo que deben” (12,38) se describe con el máximo calificativo que da el evangelio: “¡Bienaventurados!”. Esto quiere decir, que en su actitud de espera, de apertura al futuro de Dios, todo hombre vive su verdadera felicidad. Y este calificativo que ennoblece el presente está seguido por un don todavía mayor en el futuro: Jesús será para él como un siervo, es decir, nos ofrece todos los dones de su servicio a lo largo de su ministerio, particularmente los de su cruz redentora y de su vida nueva en la resurrección. La referencia a los diversos momentos de la noche (“la segunda vigilia o la tercera”) nos recuerda la importancia de la perseverancia. Es fácil y común llegar a cansarse en este caminar, por eso: dichoso al que el Señor “lo encuentre haciendo lo que debe”. hermano que el señor te encientre vigilando, para ganar la entrada triunfal al reino  de los cielos... que la pereza y el cansancio no te ganen, esfuerzate y sé un gran apostol para cristo.

 

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